
El título poco agraciado en español nos lo explica para que no quede ninguna duda. Este filme es un simple pretexto para reunir en pantalla a dos leyendas vivientes del cine. Para tener a Robert De Niro (1943) y a Al Pacino (1940) “frente a frente”. Sus personajes, por cierto, son dos veteranos detectives de Nueva York que investigan la estela de muertes de un asesino serial que aniquila delincuentes.
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